ANDRÉS LUGO RISK

El desarrollo económico y social de nuestro país siempre ha encontrado un enemigo en la incorrecta política de administración de los recursos del erario, donde la corrupción, el clientelismo, el despilfarro y una mala calidad del gasto público han sido la norma. Consciente de ello, el presidente Luis Abinader levantó como bandera y asumió como discurso, desde hace una década, la importancia de la restauración de las finanzas nacionales reduciendo los niveles de deuda pública y reorientando el gasto hacia las áreas de mayor incidencia, prioridad y necesidad social.

En cinco meses, y muy a pesar de la crisis de salud y económica que ha producido la pandemia, el gobierno ha reducido el déficit fiscal en 77 mil millones de pesos, ha logrado aumentar las reservas del Banco Central a 10,600 millones y ha incrementado las recaudaciones en 3.75% por encima de lo estimado, según el Ministerio de Hacienda. La Dirección General de Impuestos Internos (DGII) y la Dirección General de Aduanas (DGA) tenían una proyección de recaudación de 419,422.7 y 121,988.5 millones pesos respectivamente, y superaron estas cifras con creces, con 442,051.6 y 127,166.9 millones cada una (105.4% y 104.2%). Pero el resultado de una eficiente administración de gobierno también se refleja en la reducción del gasto total en 54,169 millones de pesos, sin menoscabo de las prioridades y urgencias que las circunstancias y la actual crisis ameritan. Esta es una demostración de que cuando se quiere se puede. Pero sobre todo de que existe la voluntad y el compromiso de una gestión transparente y eficaz para beneficio de todos. Si logramos un buen gasto lograremos un buen año. El reto es continuar así.

Fuente: Listín diario

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